Soneto a la Naturaleza
Fecunda Madre en mi temprano día
de vida llena y señora de mi
muerte,
mustia en la tarde y en la noche
inerte,
fuerte en el alba, radiante al
mediodía.
Tuyo el invierno, tuya la
primavera,
y el coro fraternal de las
criaturas
que penan por la tarde en las
alturas,
que cantan de los ríos en la
vera.
Eres ruina y vigor en tus
edades,
susurro silencioso y ebria danza
y en el abismo, azul de
soledades.
Aún eres vida y muerte, eres
mudanza;
espera, que tu fin no será el
Hades
sino un cántico puro de
alabanza.
Leandro
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